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LA ESPAÑA VIRREINAL
Maestros de capilla de la catedral de Lima (1676-1765)

CAPELLA  DE  MINISTRERS
Carles Magraner, director

OLGA PITARCH, soprano
PILAR ESTEBAN, mezzosoprano
MARISA ESPARZA, flauta travesera
FERNANDA TEIXEIRA, flauta travesera
ADOLF GIMÉNEZ, violín
MIGUEL SIMARRO, violín
CARLES MAGRANER, violonchelo
OCTAVIO LAFOURCADE, tiorba/guitarra barroca
JOSEP R. GIL-TÀRREGA, clave/órgano

1 “SI EL ALBA SONORA”
Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728)

Villancico a dúo de Navidad. Año de 1719.
(Introducción a dúo)
Recitado / Aria
Recitado / Area
(Introducción a dúo)

2 “CUANDO EL BIEN QUE ADORO”
Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728)

Dúo para la ascensión del Señor.
Estribillo / Coplas

3 “DE AQUEL INMENSO MAR INTERMINABLE”
Roque Ceruti (h.1683-1760)

Cantada a voz sola a la Purísima Concepción.
Mezzosoprano, dos flautas, violón y acompañamiento.
Recitado / Aria alegre
Recitado / Aria viva

4 “A CANTAR UN VILLANCICO”
Roque Ceruti (h.1683-1760)

Sainete a dúo al Sagrado Nacimiento de Nuestro Redentor.
Soprano, mezzosoprano, dos violines y acompañamiento.
Introducción
Recitado / Estribillo con coplas

5 “AH DEL GOZO”
José de Orejón y Aparicio (1705-1765)

Dúo a Nuestra Señora.
Soprano, mezzosoprano, dos flautas, dos violines y acompañamiento.
(Introducción)
Recitado / Aria alegreto / Dúo
Recitado / Aria afectuosa / Dúo

6 “MARIPOSA”
José de Orejón y Aparicio (1705-1765)

Cantada a (voz) sola. Aria al Santísimo Sacramento.
Soprano, dos violines, flautas y acompañamiento.
Recitado / Aria. Moderato

7 “AH DEL DÍA, AH DE LA FIESTA”
José de Orejón y Aparicio (1705-1765)

A Nuestra Señora de Copacabana.
Soprano y mezzosoprano con violines, flautas y acompañamiento.
(Estribillo)
Recitado / Aria con coplas


Textos del CD

LA ESPAÑA VIRREINAL

Maestros de capilla de la catedral de Lima
(1676-1765)

Lima, la Ciudad de los Reyes, fue la capital de uno de los virreinatos más extensos y ricos de los dominios españoles en el Nuevo Mundo. Como tal, atrajo no sólo a hidalgos y comerciantes en busca de fama y dinero, sino también mantuvo en forma ininterrumpida, durante todo el período colonial, una pléyade de intelectuales, pintores, músicos y artistas de gran valía, que desarrollaron su labor en la capital y en las principales plazas del virreinato, donde dejaron su herencia polícroma de imaginería, lienzos, escritos y partituras que constituyen, hoy, un tesoro artístico de proporciones. Si bien la pintura y la imaginería coloniales son conocidas y apreciadas desde hace tiempo, la música de esa época recién empieza a cautivar al público europeo y americano que, con asombro, descubre verdaderas joyas musicales hasta ahora inéditas.

Las obras que se presentan en este disco pertenecen a dos estilos contrastantes, que obedecen a circunstancias históricas bien definidas. Hasta fines del siglo XVII España fue gobernada por la casa de los Habsburgos, que propició, siguiendo el ejemplo del emperador Carlos V (Carlos I de España), un profundo amor por lo español. Tomás de Torrejón y Velasco, alumno de Juan Hidalgo en sus mocedades, representa en América la culminación del barroco español. Torrejón compuso, bajo el modelo de su maestro, la primera ópera representada en el Nuevo Mundo, en 1701, “La púrpura de la rosa”, que pasó a ser, en la práctica, la última ópera escrita en estilo español en el mundo hispano. En efecto, en 1700 asumió el trono el primer rey de una nueva dinastía, el Borbón Felipe V, quien entronizó el gusto por la música barroca italiana. El primer vasallo Borbón en ser nombrado virrey del Perú fue el marqués Castell dos Rius, quien llevó consigo como maestro de capilla, en 1707, no a un músico español sino al milanés Roque Ceruti, sucesor de Torrejón en la catedral de Lima. Desde entonces, los villancicos polifónicos adquirieron la fisonomía de una pequeña cantata napolitana, estilo que se extendió muy pronto por el continente. Consecuentemente, la segunda ópera compuesta en América, en 1711, “La Partenope”, lo fue en estilo y con libreto italiano por el mexicano Manuel de Zumaya, el mismo libreto de Silvio Stampiglia que sería puesto en música por Händel dos décadas más tarde. El sucesor y alumno de Ceruti fue José de Orejón y Aparicio, nacido en Huacho, Perú, que sin haber salido jamás de su patria, se transformó en el más insigne compositor americano de cantatas napolitanas. Orejón “reparó los descaminos de Ceruti”, según un cronista contemporáneo, dando a entender que el genio del discípulo había superado con creces el de su maestro.

Si bien pudo haber diversidad de estilos durante la era virreinal, la estructura de la práctica musical se mantuvo inalterable. Cada catedral o iglesia de importancia mantenía una capilla de música, dirigida por un maestro de capilla e integrada por tantos instrumentistas y cantantes como podía mantener cada sede, según sus recursos. Hubo sedes como la catedral de Chuquisaca, hoy Sucre, Bolivia, que, por su cercanía de los ricos filones de plata de Potosí, podía mantener en esa época una capilla de más de cincuenta músicos, cifra muy superior a la que existía en importantes centros musicales europeos contemporáneos. El maestro de capilla, por su parte, estaba obligado a componer un repertorio renovado para las diferentes festividades sacras del calendario anual, además de la dirección artística y administrativa del conjunto y de la mantención y enseñanza de los “seises”, o niños de coro, que cantaban las voces blancas de la polifonía y participaban en el canto llano junto a los canónigos capitulares.

El repertorio musical seguía una estructura casi tan unitaria como la anterior. Desde España se regulaba el repertorio de música litúrgica a través de cantorales y misas polifónicas editadas en Europa, las que se enviaban desde el Escorial y Sevilla. El maestro de capilla de cada sede hispanoamericana debía incrementar ese repertorio con la creación de nuevas misas, motetes, salmos, magnificats, letanías, antífonas, oficios de Semana Santa o de difuntos y, en lo posible, importar nuevas composiciones a España. Pero también debía proveer obras para un rico repertorio no litúrgico, consistente en villancicos de diferentes ocasionalidades, especialmente para Navidad, la Santísima Virgen, Corpus Christi o fiestas patronales; junto a rorros, juguetes, cantadas o cantatas, duetos y arias, que constituyen la base del corpus musical que todavía se conserva, en gran parte manuscrito, en catedrales hispanoamericanas.

Ó Samuel Claro Valdés
Pontificia Universidad Católica de Chile

LOS AUTORES

TOMÁS DE TORREJÓN Y VELASCO
(1644-1728)

Torrejón y Velasco fue bautizado en la ciudad española de Villarrobledo y pasó sus primeros años en Fuencarral, Madrid, donde fue alumno de Juan Hidalgo. Entró después como paje al servicio de don Pedro Fernández Castro, quien más tarde sería el decimonono virrey del Perú (1667-1672) y con quien Torrejón fue distinguido con diversos cargos civiles y militares. En el año 1672, y a la muerte de Fernández Castro, Torrejón se estableció en Lima sucediendo a Juan de Araujo en la maestría de la catedral de dicha ciudad desde el primero de julio de 1676. Torrejón y Velasco escribió en el año 1701 una obra dramático-musical titulada “La púrpura de la rosa”, con texto de Calderón, para conmemorar el decimoctavo natalicio de Felipe V, la primera ópera escrita y estrenada en América.

El villancico a dúo de Navidad “Si el alba sonora” fue escrito por Torrejón a la edad de 75 años. Al morir el 23 de abril de 1728, le sucedió en el cargo de la catedral limeña el italiano Roque Ceruti.

ROQUE CERUTI 
(h. 1683-1760)

Italiano de origen, nacido en la ciudad de Milán hacia el año 1683, llegó a Lima en 1708 con el vigésimo cuarto virrey, Manuel de Oms y Santa Pau, marqués de Castell dos Rius, quien gobernó desde 1706 hasta 1710. La afición del virrey por la literatura lo llevó a promover reuniones literarias y escribir algunos textos musicados por Ceruti, como el libreto de “El mejor escudo de Perseo”, estrenado el año 1708. A la muerte del marqués, el compositor italiano siguió trabajando en el palacio hasta el año 1717. Después fue maestro de capilla en Trujillo (1721-1728) y el 1 de agosto de 1728 volvió a Lima, donde sucedió a Tomás de Torrejón y Velasco, hasta el año 1742. Falleció Roque Ceruti el 6 de diciembre de 1760 en Lima, Perú.

“El repertorio existente revela a Ceruti como el primer compositor de Lima que hizo un hábito del aria da capo; también escribió para dos violines más brillantemente que cualquiera de los maestros de Lima descendientes de los españoles” (R. Stevenson, “The music of Perú”). La producción de Ceruti es abundante y sus obras se encuentran en varios archivos americanos.

JOSÉ DE OREJÓN Y APARICIO
(1705-1765)

Orejón y Aparicio nació en Huacho, Perú, y fue discípulo de Roque Ceruti, quien evidentemente le influyó en el estilo italiano de composición que aplicó a sus cantadas y villancicos. En 1715 ingresó al coro de la catedral. “Fue el primer gran músico peruano tan alabado como compositor de gran talento, como por sus excepcionales habilidades de organista” (Andrés Sas).

Ya en 1736 su música era ensalzada por Don Pedro Bermúdez de la Torre comparándolo con Andrés Lorente y Sebastián Durón. En esa oportunidad, con ocasión de un acto público de fe organizado por el Tribunal de la Santa Inquisición de Lima, iba delante la Cruz “cantándole en Hymnos y Psalmos la gala de sus Triunfos toda la Música de la Capilla de la Santa Iglesia Cathedral”, que interpretaban obras de Aparicio y del presbítero Esteban Zapata.

Su discípulo Toribio José del Campo y Pando escribió un elogioso párrafo sobre Aparicio en el “Mercurio Peruano” en el año 1792: “...en el Huachano (José de) Nebra, trasladado en el Licenciado D. Joseph de Orejón de Aparicio baxo de cuyos dedos era animado el órgano; al que prestaba articulación en el séquito de la salmodia, y en el que con la variación de sus Registros hacía por sus órdenes la imitación de instrumentos, animales y elementos...”  “...Toco en mi amado Aparicio: éste reparó los descaminos de Ceruti en algún modo, y aprovechó tal cual rasgo de melodía que a éste deslizaba. Se elevó sobre todos, particularmente en los cantos de Iglesia...”. El 21 de junio de 1725 se promulgó un edicto por el Arzobispo de Lima, Diego Morcillo Rubio de Auñón, llamando a concurso oposición para la vacante del cargo de organista mayor de la Catedral de esta ciudad, tras la muerte de Juan de Peralta. Se presentaron cuatro oponentes y fue Joseph de Orejón y Aparicio quien obtuvo la plaza, que ocuparía hasta reemplazar a Roque Ceruti en la maestría de la capilla, hacia 1757, por encontrarse éste muy enfermo y de avanzada edad. Desarrolló el cargo interinamente hasta 1760 y desde entonces hasta su muerte fue maestro de capilla titular de la Catedral de Lima.

Sus obras se conservan en el Archivo Arzobispal de Lima y en el Archivo de la Catedral de Sucre (Bolivia).

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French translation: ©1997-2003 Manuel Paulin, Alberto Paulin
Portughese translation: ©2000-2003 Paulo Castagna - Lucia Maria Silva
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