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Breve semblanza del órgano barroco andino
Enrique Alejandro Godoy Buenos Aires
Revisión y notas de Norberto Broggini y Andrés Orías.


Enrique Alejandro Godoy es organero e historiador del órgano. Director de la Capilla musical de la iglesia de San Ignacio, Buenos Aires, restaurador de los órganos históricos de los templos de Nuestra Señora de Balvanera y San Ignacio en Buenos Aires y autor de Breve reseña sobre la presencia del órgano en las Gobernaciones de Buenos Ayres y la Asunción, Misiones Jesuíticas del Paraguay y Virreinato del Río de La Plata, inédita hasta la fecha.


A partir de la segunda mitad del siglo XVI florece en la región andina una escuela de organería cuyos rasgos principales permanecerán prácticamente inmutables por más de ciento cincuenta años. Es cierto, sin embargo, que cada instrumento fruto de esta escuela posee características que lo hacen una pieza única y original, pero aún así encontramos semejanzas entre ellos, que nos permiten trazar, aunque más no sea, un modesto esbozo sobre la bien definida personalidad de dicha escuela de organería.

Ha señalado muy bien Don Enrique Marco Dorta que hoy no percibimos, a ciencia cierta, la importancia que tenía la región del Collao en la configuración regional de los siglos pasados. Para empezar, el lago Titicaca desempeñaba un papel central pues por sus riberas pasaban los caminos que llevaban a Cuzco, a Arequipa y a Lima, sede del Virreinato (leí Perú y sobre todo a las ciudades de La Plata (hoy Sucre) capital de la Real Audiencia de Charcas, así como a Potosí metrópoli poseedora de riquísimas minas argentíferas. Dicha zona cultural resultaba pues de considerable importancia.

El órgano que aquí denominamos andino encuentra indudablemente sus raíces en el instrumento castellano del renacimiento. Mientras que este último evolucionó sobre sí, incorporando mejoras y adelantos que en menos de cien años se popularizaron dando forma a lo que hoy conocemos como "órgano barroco ibérico", su derivado sudamericano permaneció ajeno a todas aquellas novedades, conservando como ya dijimos sus rasgos característicos inmutables: e inclusive, no faltarán ejemplos que nos remonten aún más atrás, al estilo gótico tardío, en cuanto a ciertos detalles de su factura.

Comencemos pues a describir sus senas primordiales por el aspecto que presenta: un pedestal recto, en cuyo centro siempre se ubica la ventana para el teclado, da paso mediante sendos modillones a ambos lados al castillete para los tubos de fachada; según la envergadura del órgano, serán tres o cinco las calles del frente, pero invariablemente ha de ser la torre central la de mayor altura.  

Las maderas más comúnmente utilizadas para las cajas son las de cedro y aliso, las cuales se encuentran generalmente policromadas y doradas con motivos que incluyen flores, aves y hasta símbolos de carácter precolombino, tales como el sol y la luna. El órgano de Huaro, en el departamento de Cuzco, es un claro ejemplo de ello; el de Tomave, al sur de Potosí, en cambio, se halla decorado con enormes flores de adormidera que hacen juego con las del plafón del coro.

En otras ocasiones la madera se encuentra limpia, a veces cubierta de sobrepuestos de talla, según el presupuesto con el que contó su artífice: los instrumentos de Vilque (departamento de Puno), Pitumarca y Ermita de la Virgen en Oropeza (ambos en la región de Cuzco), así como el desaparecido de la iglesia de la Merced (en la ciudad de Cuzco), poseen cajas ricamente adornadas de talla. El pequeño órgano que se conserva en la que fue celda de Fray Francisco Salamanca, en el último cenobio mencionado, tiene también su estructura profusamente cubierta de tallas, aunque éstas así como las maderas utilizadas? demuestran el origen español del instrumento.

Tanto el frente como los laterales se hallan comúnmente divididos en recuadros, los cuales dan pie a albergar en ellos para los casos más lujosos verdaderas obras de arte de la pintura virreinal, tal el caso de los órganos de la Catedral del Cuzco, decorados por un maestro anónmente divididos en recuadros, los cuales dan pie

Lo primero que llama nuestra atención, es la escasa altura a la que se encuentran los teclados, respecto a la base del instrumento. Cualquiera pensaría que fueron despojados de su correspondiente tarima, mas, analizando friamente esta cuestión, parecería que realmente el organista se sentaba en esos casos en pequeñas banquetas muy cerca del piso del coro, o en su defecto se arrodillaba sobre un entretejido de lana. En Oropeza se conserva un ejemplar de banqueta con forma de animalito.

La tubería de fachada se encuentra en ocasiones decorada con líneas geométricas pintadas, como en los casos del convento de Santa Catalina y de la iglesia de Oropeza (en el Cuzco); y en otras oportunidades se hallan motivos religiosos repujados sobre la boca de los tubos (Huarocondo, San Jerónimo, Ermita de Oropeza); el símbolo más usual es aquí el de la Cruz sobre el Orbe, tan utilizado por los Jesuitas, que lo gravaban en las piezas salidas de los talleres de sus colegios y reducciones.

No extraña el hecho de no encontrar aquí decoraciones exóticas en los tubos de fachada, tales como rostros desencajados adornando las bocas de los tubos, o motivos florales en los cuerpos, detalles que sí, en cambio, fueron corrientemente adoptados en la organería mexicana. En el caso del órgano andino se trata de un estilo arcaizante, puesto de manifiesto incluso en la altura de las bocas, que en muchos casos están alineadas.

No parece haber un criterio generalizado en cuanto al remate de dicha tubería, en ciertas ocasiones las cartelas caladas aparecen cubriéndola y en otras dejan la tubería al descubierto. Lo mismo ocurre al ser un arco la cima del castillo.

En los ejemplos más estilizados de la región, se pueden encontrar frontoncillos, estribos y hasta sendas peinetas coronando las cajas a los lados y por sobre ellas. Casos relevantes son, nuevamente, los dos órganos del coro de la Catedral del Cuzco, el de la iglesia de Vilque y aquel del convento de Santa Clara, en Chuquisaca.

Mención aparte merecen las tapas a modo de retablo que adornan y protegen a no pocos instrumentos: se trata por lo general de escenas de ángeles músicos, o de representaciones del Rey David tocando el arpa, y Santa Cecilia sentada al órgano.

Un caso de extrema curiosidad ofrece el instrumento que se halla en el lado del evangelio, en Andahuaylillas, en las cercanías de Cuzco, cuyos lienzos interiores aparecen decorados con falsos tubos, de manera de crear un efecto de grandiosidad al estar desplegados. Otra rareza se presenta en el órgano de la iglesia de San Francisco de Paula, en Ayacucho, donde el Santo Rey Don Fernando VI (monarca entre 1746 y 1759) aparece en lugar de David, acompañado por la consabida Santa Cecilia.

Este último instrumento tiene además la particularidad de poseer su castillo central en forma de triángulo saliente, contrastando así con la fachada plana tradicional. Por lo demás su estructura se asemeja bastante a la de los órganos conventuales de Santa Clara en Cuzco y de las Mónicas (monjas agustinas) en Potosí, con sus cinco calles en orden decreciente hacia los lados.

La ubicación de estos instrumentos corresponde tanto a una función litúrgica, como a otra práctica. En las catedrales que poseen coro cerrado (en el corazón de la nave), se los puede hallar uno a cada costado, enfrentadas sus fachadas, un órgano del lado del evangelio y el otro del lado de la epístola. En aquellas iglesias que sólo cuentan con su coro alto al fondo de la nave, se los encuentra apoyados contra la pared (si el acceso a la cantoría lo permite) principalmente del lado deI evangelio, lo más cerca posible a la baranda, para facilitar al máximo la visibilidad del organista (Ver nota 1).  El o los fuelleros quedan así ocultos detrás del instrumento, de forma que sus movimientos no distraigan la atención de la concurrencia, durante las celebraciones.

En varios casos la cantoría fue ampliada hacia uno de los lados en forma de L, siendo su piso de un nivel inferior si la importancia y altura del órgano así lo exigiesen (Ver nota 2), como en el caso de Tarata, departamento de Cochabamba.

La ubicación del órgano de la iglesia de Santo Domingo en La Paz es singular, pues el instrumento se halla por encima y detrás del altar mayor, mientras que el de la iglesia de Huaro, fue colocado al centro del coro alto en la misma línea que la balaustrada. El organista cuenta entonces con una ventanita recortada sobre el frente, por la cual puede observar el altar (Ver nota 3). Sin duda alguna, este instrumento se encontraba originalmente como sus pares, del lado del evangelio, en la saliente que el balcón posee a tal fin, hasta que presumiblemente hacia finales del siglo XVIII o comienzos del siguiente se lo adoptó en el emplazamiento en que aún hoy se halla.

El teclado único de estos órganos, con su infalible octava corta, cuenta por lo general con 42 o 45 teclas, comenzando en Do-1 abajo y rematando en La-4 o en Do-5 arriba, respectivamente. Excepciones a esta norma son el órgano de Chincheros (Cuzco), que cuenta con 37 notas y el de Susques (provincia de Jujuy) con 40.

Hacia fines del siglo XVIII, en la Real Audiencia de Charcas, la extensión del teclado se acrecienta como ocurre en el caso del órgano de San Felipe Neri en Chuquisaca, actualmente en la iglesia de La Merced en esta misma ciudad, fabricado entre 1790 y 1802. Este instrumento posee 49 notas (o sea del Do-1 al Do-5 con octava grave completa). El órgano de la iglesia de San Pedro Apóstol de Tarata, construido entre 1796 y 1809, tiene una extensión mayor, con 54 notas, del Do-1 al Fa-5, y el teclado del órgano de Santo Domingo de La Paz alcanza a 56 notas, del La-1 al Mi-5. Este último fue construido por Lorenzo Pacheco entre 1819 y 1833, en los últimos años de la colonia y los inicios de la República de Bolivia.

Los teclados se encuentran enchapados comúnmente en madera de pino teñida para las notas naturales, y estoraque o ébano para los sostenidos. Este orden aparece invertido en el órgano del convento de Santa Catalina del Cuzco, mientras que el órgano de Santa Clara, en la misma ciudad, posee teclas naturales revestidas de hueso.

Un varillaje de madera en abanico lleva el movimiento de las teclas a las respectivas válvulas en el secreto, el cual se halla a una altura que varía de veinticinco a noventa centímetros por sobre el teclado. No todos los instrumentos poseen esta acción directa. En el Cuzco, el órgano del lado de la epístola de la Catedral y el de Santa Clara, así como en Chuquisaca, el órgano de La Merced y el del coro alto de la Catedral, accionan de manera vertical transfiriendo mediante ejes el movimiento hacia el lado apropiado del secreto.

Este sistema evita la ostensible inclinación de las teclas a ambos extremos, causada por el pronunciado ángulo de desviación respecto del eje de la tecla hacia la válvula.

Los secretos soportan la tubería que va colocada en orden cromático respetando la octava corta en el bajo, desde luego la cual es mantenida de pie por cribas que, en no pocos casos, son de cuero. Un caso excepcional lo representa el instrumento del convento de Santa Clara de Cuzco, cuya disposición de la tubería responde al orden diatónico y no al cromático ?respetando la octava cortaños del bajo se hallan al centro y decrecen en altura hacia ambos lados, siguiendo la simetría de la fachada.

El tradicional sistema de correderas, con el que cuentan estas secretas, permite que algunos de los registros sean partidos en bajos y altos, en todos los casos esta división se produce entre las notas Do y Do sostenido del centro del teclado, al más puro estilo castellano.

Los registros se accionan mediante salientes que se ubican a ambos lados ocupando una línea vertical sobre los paneles a la altura del vano del teclado. Algunas veces se encuentran también palancas que actúan desplazándose lateralmente; en este caso, se ubican en los recuadros superiores a la ventana del teclado, casi a la altura misma del secreto, por lo tanto no es raro que accionen sobre la tubería de la fachada. En al menos dos órganos de la Catedral de Chuquisaca (el del coro bajo y el de la Capilla de Guadalupe) los registros se presentan como prolongaciones naturales de las correderas que salen de la secreta atravesando los costados de la caja del instrumento. Un caso combinado es el que posee el órgano de la iglesia de Oropeza.

En la gran mayoría de los instrumentos se conserva el movimiento tradicional, o sea que se guarda el tirador para anular un registro. En el órgano del lado del evangelio de la catedral del Cuzco, por ejemplo, esta modalidad se invierte (Ver nota 4).

En cuanto a la variedad de registros que poseen estos instrumentos, digamos que el enflautado es siempre la base, sea de doce, seis, tres, y hasta de un palmo y medio; sólo en contadísimas ocasiones encontramos órganos que tengan su base en un juego tapado, ya que este último registro, por lo general, aparece doblando la octava (Ver nota 5).

No debe sorprendemos, por lo tanto, que la inmensa mayoría sean instrumentos del tono de seis palmos (es decir 4 pies); desde luego la altura se reduce aún más al tratarse de órganos procesionales o positivos (llamados también "realejos" en el mundo hispánico) como ser los de las iglesias de Caicay, Caninkunka (tres palmos tapados), la Ermita de Oropeza, Susques (tres palmos abiertos), San Blas del Cuzco (un palmo y medio tapado) o la celda del Padre Salamanca en La Merced de Cuzco (un palmo y medio abierto). Sólo las catedrales o las iglesias de mayor envergadura poseían órganos de tono de doce palmos (Ver nota 6).

El Enflautado mejor dicho, parte de él va siempre colocado en la fachada, e inmediatamente detrás de ésta se ubican los tubos que la completan. Por lo general es éste un registro de mensura bastante ancha, pero lo más llamativo es que su progresión es bien amplia, haciéndose cada vez máEl Enflautado ?mejor dicho, parte

Las aleaciones varían de instrumento en instrumento, predominando ya el estaño, ya el plomo, mas en todos los casos el metal está cepillado de ambas caras.

Otros juegos que podemos hallar en estos órganos son los de Octava, Quinta o Docena, Quincena y Tapadas (o chimeneas), siendo éstos primordialmente enteros, rasgo que diferencia al órgano barroco andino del castellano.

Como registro casi inmutablemente partido se encuentra el Lleno, por lo general de tres hileras de tubos, y ya como juego de lengüetas, las Trompas, también partido. Por supuesto que se presentan excepeiones a la sola existencia de un único registro de este último género en instrumentos "de pedestal": el de Yucay (Cuzco), por ejemplo no posee ningún juego de lengüetas, mientras que los mayores de la catedral del Cuzco cuentan con dos de ellos, una Trompa y un Clarín el de la epístola, y una Trompa y unos Orlos el del evangelio.

Sabemos por los contratos conservados, que algunos órganos llegaron a contar con registros tales como Dulzainas, y hasta un roncón de Gaita, pero lamentablemente parece no haber sobrevivido ninguno de estos ejemplos (Ver nota 7).

Recalando en la característica tan notable, de cuáles registros habrían de ser enteros y cuáles partidos, no podemos menos que pensar en la enorme influencia que debe haber causado en las técnicas de construcción la llegada a América y la divulgación de la Facultad Orgánica de Francisco Correa de Arauxo (Ver nota 8) que sobre este tema previene: como son de naturaleza tan distintas, las voces superiores destos discursos de medio registro, respecto de los inferiores, por andar aquéllas (esto es los tiples) en el lleno del órgano, y estas (esto es los baxos) en el flautado, o al revés, si los discursos son de dos baxones, los tiples en el flautado y los bajos en el lleno o trompeta, y no poderse mezclar unas con otras... Como prueba de ello, aún hoy se conserva en la biblioteca del Convento de La Recoleta de Arequipa, un ejemplar de la edición original de dicho libro (Ver nota 9).

Además de los juegos mencionados, aparece en no pocos instrumentos el registro Corneta, de mano derecha, invariablemente sobreelevado con respecto al resto de la tubería, con su secretillo particular. Se trata de un juego conformado comúnmente por tres a cinco caños por punto del tipo nasarte, con un timbre punzante del armónico de tercera. El órgano de Huaro cuenta con una Corneta peculiar, con su tercia doblada.

Sendos tubitos de plomo llevan el aire a los tubos de fachada y al registro de Corneta, si lo hay. El juego de Trompas siempre se halla al fondo del secreto, de modo de facilitar su afinación. Esto no ocurre en el órgano de Huaro, pero ya hemos visto por qué.

No existen casos, en el órgano andino, de lengüetería tendida en la fachada, detalle que sí se generalizó en cambio en los instrumentos de la península ibérica ya hacia fines del siglo XVI con la colocación de lengüetas de resonadores cortos, y luego a finales del siglo siguiente, de importantes baterías (Ver nota 10).

El aire es suministrado por dos, tres o cuatro fuelles de cuña, dependiendo la cantidad de éstos, como su tamaño, de la envergadura del órgano. Por lo general cuentan con cuatro o cinco pliegues, y soportan sobre sí, pesas de piedra, detalles ambos, que determinarán la presión del aire. Cada fuelle se acciona con su correspondiente baqueta, que pivotea sobre un soporte común, dejándose caer luego por su propio peso. Conductos de madera bastante estrechos llevan el aire hasta el secreto, comunicándose con éste generalmente en la región de los agudos. Por supuesto, no existe aquí el concepto de fuelle depóste ?generalmente? en la región de los agudos. Por supuesto, no existe aquí el concepto de fuelle

Encontramos también en estos instrumentos, accesorios que los contratos califican como registros de pueblo. Son estos los Tambores, las Pajarillas, la Gaita, los Cascabeles y las Campanillas. El primero de los registros mencionados llamado también tambor de guerra está formado por dos tubos graves levemente desafinados entre si, los que al cantar juntos producen un batido constante simulando un redoble de tambor. Pueden tratarse en este caso de grandes caños abiertos de madera —los únicos de este material en el órgano barroco andino (Ver nota 11)— ubicados fuera de la caja, o de tubos del tipo Tapadas que se encuentran alojados en el interior, del lado de los altos, donde hay más lugar. Por ser importante la cantidad de aire que este juego consume, cuenta —a veces— con dos fuelles independientes. El registro se acciona desde una pequeña palanca con detentor, ubicada en un panel lateral, al extremo alto del teclado; en contadísimas ocasiones ésta se halla al frente en la fachada. El juego de Tambores era considerado esencial para cualquier partido de batalla según reza un contrato mexicano del siglo XVII (Ver nota 12).

El registro de Pajarillas, está conformado por tres o cuatro pequeños tubos, los que se introducen boca abajo en un recipiente de plomo que luego es llenado con agua. Al recibir entonces el paso del aire, los tubos producen un gorjeo similar al de las aves. Este simpático dispositivo se ubica comúnmente en la parte de los bajos, y se acciona en forma idéntica al tambor, aunque, desde luego, del lado contrario. En el órgano del convento de Santa Catalina del Cuzco, por ejemplo, ambos juegos se hallan del lado de los altos, con sus teclillas de accionamiento recortadas sobre el modillón. El instrumento del lado del evangelio en Andahuaylillas posee dos jaulas de pájaros, con sus correspondientes llamadores en el frente de la caja. En tres casos dentro del territorio de la Audiencia de Charcas este dispositivo se encuentra visible y es sostenido por personajes ubicados entre los tubos de la fachada. El portaviento sale de la boca de estas esculturas que "soplan" en el dicho recipiente. Mientras que en Tarata y San Felipe Neri, en Chuquisaca, se pueden observar personajes de formas estilizadas, en el convento de Santa Clara de esta misma ciudad aparecen más bien representaciones de grotescos androides. (Ver nota 13)

La Gaita es un registro que consiste en dos caños de lengüeta. El mayor en tónica y el menor en quinta. Ambos caños van asentados sobre un secretillo que toma el viento del conducto principal y que está atravesado por una corredera conectada con un tirador que sale a la consola. Si el organista lo saca, abre el registro sonando ambos caños simultánea y continuamente, dando los sonidos pedales que imitan la atmósfera de la gaita gallega.

Otro efecto especial presenta el registro de Campanillas. Este consiste en una rueda con paletas a las que hace voltear y girar el viento que sale por un conducto. Este conducto sale de un secretillo, en cuyo interior una pequeña corredera se desliza soltando o quitando el viento desde un tirante de la consola.

Los Cascabeles pueden ser de dos clases: un registro de rueda similar a las campanillas aunque menos intenso, o bien una especie peculiar de Címbala, de timbre sobreagudo, normalmente de tres caños por punto.

En cuanto al diapasón de estos órganos, sólo conocemos algunos ejemplos, pero son suficientes para darnos la pauta. El órgano de Huaro acusa un tono y medio por debajo del diapasón moderno (que como sabemos es de 440 Hz. para la nota La). El de Oropeza, se ubica casi cuatro tonos por debajo del actual diapasón. El del lado de la epístola de la Catedral del Cuzco, presenta un tono por sobre el diapasón moderno y el del lado del evangelio, igual al de Huaro, se ubica un tono y medio por debajo.

Se podrá observar, en estos pocos ejemplos, la diversidad de diapasones dados a los distintos instrumentos, y ello es de por sí, una señal de la costumbre de la época, en la que cada capilla musical adoptaba aquella altura que más le favorecía. Suponemos también que esto respondía a una cuestión acústica, por las dimensiones y características de cada templo.

La primera impresión nos deja pensar que aquellos órganos enfrentados entre si en una misma iglesia tuvieran el mismo diapasón, para facilitar las ejecuciones a dos órganos. Mas, como lo demuestra el caso de la Catedral del Cuzco, esto a veces no era así.

No es extraño entonces que la diferencia de diapasón entre uno y otro instrumento sea de dos tonos y medio, es decir de una cuarta, ya que teniendo dichos órganos un temperamento del tipo mesotónico, y trasponiendo uno u otro para poder cantar conjuntamente, es ese intervalo o su inversión, el que menor desviación produce en relación de la "pureza" de los intervalos en las distintas tonalidades.

Queremos concluir abordando el apasionante tema del temperamento. En este sentido, podemos decir que el mal estado general que presenta la tubería de los diversos órganos visitados no nos permite establecer con exactitud el temperamento aplicado a los mismos; aunque, como recién hemos dicho, el temple mesotónico parece haber sido la regla hasta entrado el siglo XVIII. Las rasgaduras practicadas en el remate de los tubos (en forma bastante desprolija, por cierto) efectuadas por aquellos que se encargaron sucesivamente del aderezo de los instrumentos, demuestran la tendencia a atenuar el lobo ampliando levemente las quintas, llegando en algunos casos a establecer un temperamento más cercano a la partición igual, que a aquel que tuvo seguramente en su origen.

En la Península el auge en el siglo XVIII, de lo que hoy se conoce como órgano barroco ibérico, con sus trompetas horizontales y la riqueza de nasardos implicó la destrucción de una buena parte del patrimonio del período anterior. Los que pudieron ser conservados fueron modificados hasta el punto de cambiar radicalmente su fisonomía. En cambio en la zona andina, el prototipo renacentista llegado de España fue conservado en su forma inicial y evolucionó muy lentamente. Con el perfil que acabamos de presentar, creemos haber dado algunos elementos para comprender mejor la singularidad y el enorme valor artístico de estos órganos de los Andes. Nos permitimos emitir el voto de escucharlos nuevamente resonando en las naves de nuestros templos.

NOTAS

En la Catedral de Chuquisaca, dada la profundidad de la caja del instrumento, puesto que la verdadera fachada es visible sólo desde la propia cantoría. el artista decorador aprovechó para pintar un facsímil de la fachada del órgano con sus tubos en trompe-l'oeil . Al interior de la caja se encuentra la inscripción del apellido HERBAS en rojo, segurarnente hecha por Casimiro Herbas, el mismo organero que en 1809 terminó el órgano de la iglesia parroquial de Tarata. Volver al texto

De la misma manera eslá colocado el órgano de la Catedral de Mariana (Brasil).
Construido en 1701 por el c¿lebre organero de Hamburgo, Arp Schnitger, este instrumento fue enviad¿ por ioao Y, Rey de Portugal, en el momento de la creación del primerobispado de la Capitanía General de Minas Gerais en 1747. Restaurado en 1984, el órgano es un polo de atracción para festivales internacionales y grabaciones.
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  1. El órgano de la Iglesia del Carrnen en Diamantina (Minas Gerais) construido por el Padre Manuel de Almeida Silva a partir de 1782 posee la misma particularidad. Un documento nos esclarece sobre los motivos de esta modalidad que parece expandirse en las postrimerías del siglo XVIII. El organero mexicano Jose- joaquín Pérez de Lara en una carta en la que propone la construcción de un nuevo instrumento en 1820, dice: Estoy entendido que el organista debe tocar al estilo opuesto. por omitir ¡a irreverencia del s~nttsimo; y que toda la vista del órgano ha de quedar libre a la iglesia. (véase SALDIVAR, Gabriel: Historia de la Música en México, México, Ed. SEP, 1934. pág. 233). Volver al texto

El caso del instrumento del convento de Santa Clara en Chuquisaca, construido por Pedro de laas Casas en 1664, es mixto: del lado izquierdo se lee Los registros para que se toquen se mete; para callar se ananca. y del costado derecho Este lado Ise alrrai¡ca para que se toque ¡se miete para callar. Volver al texto

Valga la aclaración que los tubos tapados producen una frecuencia equivalente al doble de la longitud de los tubos abiertos. Volver al texto

Desde el siglo XVI, la Catedral chuquisaqueña poseía al menos dos órganos: uno sobre la base de 14 palmos y otro de 7 palmos. En 1564 el cabildo eclesiástico contrata con el organero Sebastián de León la construcción de ambos instrumentos. Transcribimos a continuación del documento conservado en el Archivo Nacional de Sucre el párrafo que se refiere a los instrumentos (puntuación y acentuación modernas) ...el did¡o Sebastián de León se obliga de hacer un órgano grande, de catorce palmos el caño mayor (sin ¡contan el pie), con las diferencias siguientes: un flautado. de tono de catorce palmos. Y tanibien otro flautado, una octava más alto que el principal flautado. Y estos dos flautados se han de tañerjuntos y el flautado principal solo ha de llevar más un lleno y un chirunibelado de quinzenas que se taña con el flautado y ansi mesmo uitas campanillas que se tañan con el dichoflautado, y esto ha de llevar el dicho órgano grande; y también se obliga de hacer un órgano pequeño de dos alas que el cañon mayor ha de tener siete palmos (Sin el PÍC) con las diferencias siguientes: un flautado. un lleno y un chirunibelado de quinzenas con otro durunibelado de dozenas y esto ha de llevar el órgano pequeño. Volver al texto

En 1594, en la Catedral de Cuzco, el maestro de capilla Gutierre Fernández Hidalgo y el organista Hernán Rodríguez Pacheco, hacen un contrato con el organero Baltasar Fernández de los Reyes para limpiar todo el órgano grande, afinarlo y echarle otras dulzainas en lugar de las campanillas que él tiene, sin abrirle el secreto y de reparar todos los fuelles y caños de viento; y el órgano chico afinarlo y echarle otras dulzainas y añadirle un fuelle más de los dos que tiene, de suerte que ambos dos órganos queden muy bien afinados. Volver al texto

CORREA DE ARAUXO, Francisco, Libro de Tientos y discursos de Música práctica, y theorica de órgano. intitulado Facultad orgánica con el qual9 y con moderado estud¡o y perseve'(ancia, qualquier mediano tañedor puede salir aventajado en ella, sabiendo diestramente cantar canto de Organo, y sobretodo teniendo buen natural, Impreso por Antonio Arnao, en Alcalá, 1626. Volver al texto

Otro testimonio de la utilización del medio registro en América del Sur y de la admiración por el consumado arte del sevillano es el contenido —o mejor dicho lo que queda— del Codice Saldívar I (manuscrito mexicano del siglo XVII escrito en tablatura orgánica española) En una de las pocas páginas conservadas del manuscrito se puede leer el siguiente título: Esta fantasia se llama Scala Celite, puso el apellido el Mº Antonio Cabrera porque es muy bueno tiento de 8º tono tiple de Cabrera, en el Perú fue maestro . En otra página, se puede leer: Tiento de quarto tono, medio registro tiple del maestro Francisco Correa y son muy elegantes las obras de este maestro. Volver al texto

Prácticamente infaltable en el órgano barroco mexicano, la lengüetería tendida existió también en Brasil y en el Río de la Plata. En el Monasterio de San Benito de Rio de Janeiro se conservan aún la magnífica caja (en forma de corona), los tubos de fachada y las trompetas horizontales, del órgano construido por Agostino Rodrigues Leite en 1773. En la Catedral de Buenos Aires, se encuentra desde 1822 un instrumento anónimo del siglo XVIII proveniente del Hospital de Santa Catalina. La remoción de elementos decorativos durante la restauración de la caja en 1996 dejó al descubierto los orificios otrora destinados a las trompetas horizontales. El órgano de la Catedral de Córdoba del Tucumán construido por el organero francés Louis Joben en 1805 poseía dos registros (Tromba y Clarín) colocados en la parte de afuera según los términos del contrato.
Publicado en GRENON, Pedro J., S.J. Nuestra primera música instrumental, segunda edición, en Revista de Estudios Musicales, año III Nº 7, diciembre, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza 1954, págs. 180 - 181. Volver al texto

Excepcionalmente, y debido probablemente a problemas ligados a la construcción de los grandes tubos de metal, la fachada del órgano de la iglesia parroquial de Tarata está compuesta por tubos de madera. Sin embargo, por razones ciertamente decorativas, estos tubos están revestidos de metal. Otra particularidad de este instrumento es la presencia de un pedalero sumamente original. De una octava cromática de extensión, las teclas son de forma oval. (Sobre las vicisitudes de la construcción de este órgano véase CLARO Samuel, Un órgano barroco boliviano, Revista Musical Chilena, Santiago, abril-junio de 1967, año 21, n. 100, pags. 31-38. Volver al texto

Según el organero Félix de Izaguirre en el contrato que establece con la abadesa del convento de la Purísima Concepción de la ciudad de México en 1699. Publicado en BRAVO SANDOVAL, Silvia, Dos órganos novohispanos del siglo XVII. Boletín d~ Monumentos Históricos, número 8 México, Instituto Nacional de Antropología e Historía, 1982, págs. 37-44. Volver al texto

En tres casos dentro del territorio de la Audiencia de Charcas este dispositivo se encuentra visible y es sostenido por personajes ubicados entre los tubos de la fachada. El portaviento sale de la boca de estas esculturas que 'soplan' en el dicho recipiente. Personajes de formas estilizadas en Tarata y en San Felipe Nen en Chuquisaca, grotescos androides en el convento de Santa Clara de esta misma ciudad. Volver al texto

Texto publicado en la revista DATA
Nº7, 1997, La Paz, Bolivia

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©1997-2003 Alberto Paulin
French translation: ©1997-2003 Manuel Paulin, Alberto Paulin
Portughese translation: ©2000-2003 Paulo Castagna - Lucia Maria Silva
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